14 septiembre 2005

El gen de la resistencia a la insulina

Más de la mitad de los chilenos posee el genotipo “ahorrador” o de resistencia a la insulina, una condición que favorece el sobrepeso y la obesidad, y se asocia al desarrollo de enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2 y la hipertensión arterial.
Este síndrome se caracteriza por una menor sensibilidad a la acción de la insulina, la hormona responsable de llevar la glucosa a los órganos y los tejidos. Como resultado de ello, e
l organismo de los individuos que portan este gen está programado para transformar en grasa, el aporte de los alimentos ricos en carbohidratos. Por eso estas personas engordan con más facilidad.
En presencia de una dieta rica en grasas y carbohidratos, este factor se traduce en una alteración del metabolismo de los azúcares y las grasas, es decir, una intolerancia a la glucosa e hipercolesterolemia, que llevan eventualmente a una diabetes y a una arterosclerosis, que obstruye tempranamente el sistema cardiovascular.
"La grasa abdominal es una verdadera glándula endocrina y no sólo un reservorio de calorías, como se pensó por mucho tiempo. Cuando la grasa del cuerpo aumenta y se deposita en forma especial en el abdomen, ésta secreta una serie de hormonas y principios activos (citoquinas), que son los que producen finalmente todos los trastornos metabólicos que llevan a la arteriosclerosis y a la diabetes. Esta condición física es característica en el sujeto que porta una insulinoresistencia", comenta la doctora Raquel Burrows, investigadora del INTA.
Hace 15 años en Estados Unidos y Japón, la diabetes tipo 2 se reconocía como una enfermedad propia de los ancianos. Hoy, en cambio, el problema aparece con mayor prevalencia en personas menores de 20. En la actualidad, la tipo 2 representa un 33 por ciento de las diabetes en la población juvenil.

Ancestros
Este tipo de diabetes es más frecuente en la descendencia de los pueblos nativos. Es así como en Estados Unidos, los afroamericanos, los mexicanos-americanos y los indios Pimas de Arizona presentan una prevalencia mayor de diabetes mellitus 2. Por ejemplo, en ese país cerca del 50 por ciento de los indios Pimas son diabéticos a los 35 años de edad.
En Chile, "la mezcla aborigen es alta, llegando a 70 por ciento en la Región Metropolitana, especialmente mapuche, según recientes estudios. Este alto mestizaje con pueblos originarios podría explicar la alta presencia de resistencia insulínica asociada a la obesidad, en nuestra población", afirma la experta.
Las causas de esta condición biológica se remontan al hombre primitivo, que pudo sobrevivir hace más de 15 mil años, cuando la escasez de alimentos, especialmente en los inviernos, era tan grande que pasaban días en un ayuno prolongado. ¿Cómo pudo él lograr una reserva energética de grasa si se alimentaba fundamentalmente de frutos (azúcares) y carnes seguramente magras? ¿Cómo pudo la mujer primitiva proteger el crecimiento de sus hijos y en forma especial su cerebro, mientras los estaba gestando, si se alimentaba tan escasamente?
El hombre de aquel tiempo, que logró sobrevivir y dejar descendencia tuvo necesariamente que adaptarse a ese entorno. Para esto desarrolló un "organismo ahorrador".
El genotipo "ahorrador" se caracteriza por ser un organismo tremendamente eficiente en aprovechar las calorías de los alimentos ingeridos, derivando parte del azúcar, que es el principal componente de los alimentos, hacia órganos vitales, como el cerebro para protegerlo. En este ajuste, el azúcar sobrante la depositaba como grasa para tener una reserva calórica, que eventualmente pudiera ser entregada con facilidad en los momentos de escasez. Todas estas condiciones se dan cuando existe una resistencia a la acción de la insulina, impidiendo así que el azúcar y las grasas ingeridas se utilicen con rapidez.
Los 15 mil años transcurridos no han permitido que esta condición metabólica desaparezca, y por eso gran parte de la humanidad todavía la porta. Ello le permitió a muchos sobrevivir en la escasez, pero es una desventaja cuando el hombre vive en un ambiente sedentario y de sobrealimentación, especialmente consumiendo azúcares y grasas. Esta misma condición permitió la sobrevivencia del hombre en África, un continente azotado por el hambre, y en Europa, durante las hambrunas de las dos guerras mundiales. "Se da entonces una paradoja: los desnutridos del África y los obesos de los países que viven en la abundancia tienen algo en común, la insulinoresistencia que a los primeros les ha permitido sobrevivir, a los últimos los está matando", concluye la experta.